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Johannes Brahms Pasaporte Musical


La figura de Johannes Brahms en el mundo de la música, primeramente como pianista y después como compositor, se forjó con paso lento pero seguro hasta convertirse  en uno de los compositores más solicitados de la época. 

Sus obras se interpretaban por todo Europa y en ellas refleja tanto el sentimiento del período romántico como las influencias de los clásicos, sobre todo,  de Beethoven.

Aunque su produción musical no fue tan numerosa, creó composiciones ejemplares como sus 4 Sinfonías, 2 Serenatas, 2 conciertos para piano, 1 concierto para violín, la obertura del festival académico, la obertura trágica, Réquiem alemán, Danzas Húngaras, más de 200 lieders y varias obras de cámara.

Hamburgo y Viena son las dos ciudades que marcan la biografía de Brahms. En los últimos 20 años de su vida su nombre era reconocido en la música internacional, además de ser ampliamente admirado y galardonado como pianista, director y compositor. En cuanto a su aspecto era famoso por su gran barba y su apariencia corpulenta y algo descuidada, nada que ver con el Brahms de sus años de juventud. 

Familia

Brahms nació el 7 de Mayo de 1833 en Hamburgo (Alemania). Su padre Jakob Brahms fue el primer músico de la rama familiar, tocaba varios instrumentos y  pasó de ser músico ambulante a unirse más tarde a la orquesta de la ciudad de Hamburgo como contrabajista, cargo que le proporcionó un salario relativamente más acomodado. Se casó con Christiane Nissen, una costurera 17 años mayor que él y tuvieron 3 hijos: Elisabeth (la mayor de los hermanos), Johannes, y 2 años más tarde nacería el benjamín, Fritz (también músico)

Primera lecciones

Seguramente se iniciaría en el mundo de la música de la mano de su padre. A la edad de 7 años toma clases de piano con Otto F. Cossel y tres años más tarde, ante el talento del pequeño Brahms lo envía a su propio maestro Eduard Marsxen quien le instruyó además en teoría y composición. 

En 1847 su salud se vió afectada y su familia lo envía a pasar el verano al campo, a Winsen an der Luhe donde dirigió un coro y dió clases. Allí, rodeado de naturaleza es donde encuentra su principal fuente de inspiración para la música.

Su primer concierto en público (21 de Septiembre de 1848)  como pianista en su ciudad natal  fue un gran éxito aunque su verdadera vocación era la de compositor más que la de intérprete.

Amistades 

Brahms conoció al violinista húngaro Eduard Reményi a quien acompañó al piano en la que fue su primera gira de conciertos, amistad que le influyó enormemente en su estilo de composición descubriendo toda una gama de música folklórica húngara.  Durante la gira conoció  a Joseph Joachim, uno de los violinistas más importantes de la época. Además de su amigo se convirtió en su mentor, participó en los estrenos de varias de sus obras, dirigió y promocionó su música, además de ayudarle en ocasiones con la orquestación de las cuerdas en sus composiciones.

 ( Eduard Reményi - Joseph Joachim - Clara Schumann)

Los biógrafos  presentan a Brahms como un hombre de carácter reservado, poco dado al gran lujo (aunque era un hombre rico) y no gustaba de adulaciones. Sin embargo muy generoso y entregado con sus amistades de toda la vida, entre ellas, la brillante pianista Clara Schumann (mujer del compositor Robert Schumann), con quien mantuvo un profundo lazo de unión tanto personal como artístico hasta la muerte de ella. Si hubo algo más que amistad entre ambos, es un misterio.

Brahms contaba 20 años cuando recomendado por Joseph Joachim, se presenta en Düsseldorf en casa de R.Schumann que impresionado por su talento publica un artículo en su revista elogiando las cualidades musicales del joven. Artículo que dió un gran impulso en su carrera y le abriría todas las puertas en el mundo musical.

Poco tiempo después de este encuentro, Schumann, que sufría de depresiones se arroja al Rin en un intento de suicidio y rescatado por unos pescadores es internado en un hospital psiquiátrico. Como consecuencia, Bramhs se instala en casa de los Schumann ayudando en la economía doméstica, cuidando de los niños de la pareja mientras Clara se iba de gira para mantener a la familia, y visitando a Robert Schumann en el hospital, ya que Clara tenía prohibido por los médicos ver a su esposo. Estos hechos harán que la relación entre Clara Schumann y Brahms se fuera fortaleciendo, como se puede comprobar gracias a las cartas que se escribían. A la muerte de Schumann en 1856, Brahms regresa a Hamburgo.

En Hamburgo funda un coro de mujeres. En cuanto a su música no recibe la acogida que se espera y decide irse a Viena.

Viena, segundo hogar

En 1863 se instala en Viena asumiendo el cargo durante una temporada como director de la Sociedad Coral "SingaKademie". Más tarde toma el mando de la Sociedad Amigos de la Música (Gessellschaft der Musikfreunde) cargo que ocupa durante tres temporadas. Después se dedica exclusivamente a componer. 

Durante su estancia en Viena, su obra florece y es donde trabaja en sus composiciones más célebres. Su compromiso con la música lo lleva a ser perfeccionista hasta tal punto que destruye varias obras de su juventud que consideraba poco dignas. 

Viena, 4 de abril de 1864

Queridísima Clara:

Mi mayor gratitud por esa carta en la que me cuentas tantas cosas y que, por desgracia, tiene que recorrer un camino cada vez más largo para llegar hasta mí. Lo más entristecedor de todo es que, tal vez, la perspectiva de la siguiente carta quedará aun más distante, y pronto esa distancia será enorme.

De todos modos, eso sólo lo nota quien, como yo, ama tanto la vida tranquila.

A estas alturas, ya habrá pasado el primer concierto, y quizá muchos otros grandes, y ojalá que todo haya ido de la mejor manera. No me asombra nada que hayas recibido en Livonia y en Rusia tantas muestras de simpatía por las obras de tu esposo. En su cincuentenario, tu marido hubiese podido vivir cómo los hermosos sonidos de su música resuenan en todos los corazones.

¿O es que acaso sería distinto si aún viviera? ¿Acaso el espíritu de contradicción de los hombres hubiese esperado hasta su muerte? No hay nadie aquí más popular, y lo digo en el mejor de los sentidos.

Me gustaría oír muchas cosas acerca de Rubinstein: tal vez pienso y espero más cosas buenas del hombre que del compositor, ya que de éste último no puede esperarse ya nada más grande.

En el otoño interpretó aquí un cuarteto para piano que se hizo extraordinariamente célebre. ¿Lo has oído? Pero escribe tanto, que es posible que ese cuarteto ya sea una antigüedad.

Ahora, por desgracia, tengo que decidir si deseo conservar la Academia para el año que viene. ¡Si al menos otro pudiera hacerlo por mí!

En nuestro tercer concierto, el Oratorio de Navidad (partes 1, 2, 4 y 6) quedó espléndido. El coro y yo, por lo menos, lo disfrutamos. De cara a la crítica de aquí, una pieza de Bach se ve en una posición difícil.(...)

Lo peor para mí en este momento es la mencionada decisión que debo tomar. Es cierto que la Academia me ha proporcionado muchas alegrías, pero, al mismo tiempo, hay muchas cosas desagradables en ella.

Está muy bien que la gente sea tan musical, que cante a primera vista y ensaye con tanto entusiasmo, pero la vida aquí es demasiado agitada, y en una temporada tan corta no puede sobrevivir ninguna persona ni institución que no corra dando traspiés a la par de los otros, sino que desee existir con tranquilidad y buscar el disfrute y la cultura en todo ello. La gente se empeña en vivir bailando de un concierto a otro, de una sorpresa a otra.

Lo que también sitúa lo pecuniario y lo artístico en una situación sospechosa, es que no exista a la cabeza de todo ninguna persona eminente o de cierta eminencia artística.

Podía manejar bastante bien y de forma adecuada los aspectos musicales, pero tal y como son las cosas aquí, tendría que poseer un talento organizativo del que carezco.

En general, aparte de eso, no tengo mucho más que contar acerca de mi vida. Mis verdaderos amigos son los de siempre, y por desgracia, cada vez más, mi corazón sólo puede contentarse con ellos gracias a la imaginación. Aquí no se encuentra a nadie que sustituya a ninguno de ellos. (...)

Mis canciones populares para coro [Vierzehn Deutsche Volkslieder] han gustado extraordinariamente aquí, y Spina se mostró muy ávido de tenerlas, pero en vista de que Rieter sigue insistiendo en publicarlas y a él le da igual cuáles sean los honorarios, será él quien las obtenga.

Tengo para ti el retrato de Schubert que viste el año pasado en mi casa. Me lo dio para ti una hermosa joven con la que –Dios bien lo sabe— me hubiera gustado hacer algunas tonterías, si por suerte, en las Navidades, alguien no le hubieras echado el anzuelo antes.

Los míos están bien, mi amor sólo siente temor de que mi madre envejezca, quién sabe con cuánta prontitud se me deparará un dolor profundísimo.

Escríbeme bien pronto y cuéntame muchas cosas de ti y de los niños, de los que tanto me gusta saber que les va bien y dónde están.

Con mi amor afectuoso

Tuyo,

Johannes

 

Un año más tarde de la muerte de su querida amiga Clara Wieck en 1896, cae enfermo. Apareció por última vez en público en el concierto de su 4ª Sinfonía en marzo de 1897 y muere el 3 de abril de cáncer a la edad de 63 años. Su tumba se encuentra en el cementerio central de Viena, cerca de Beethoven y Schubert, más tarde se le unieron Johann Strauss y Arnold Schoenberg.

Dánza Húngara nº5

La obra que incluyo en el Pasaporte Musical es si o si, la famosa Danza Húngara nº5 que forma parte de un grupo de 21 danzas basadas en el folklore húngaro. Además de ser la más conocida de todas junto con la número 6, es la que más gusta a los peques. Originalmente  este grupo de danzas se escribieron para piano a 4 manos pero debido a su enorme éxito, posteriormente Brahms arregló algunas para piano solo, y otras, para orquesta. La versión orquestal que conocemos de la danza nº5 no pertenece al compositor sino la realizaron otros músicos. 

Para presentar la danza he elegido un vídeo de la escena icónica de la película "The Great Dictator" (El gran dictador) de Charles Chaplin en la que el protagonista es un barbero judío afeitando a un cliente al son de la danza. Curiosamente Chaplin logró sincronizar a la perfección sus movimientos cómicos con la música de Brahms en la que fue la primera y única toma de la escena.

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